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Nechi Bruno

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    La lactancia materna es una experiencia maravillosa y fundamental para el crecimiento y desarrollo de tu bebé. Durante este período, tu cuerpo desempeña un papel crucial al proporcionar todos los nutrientes esenciales que tu pequeño necesita para crecer saludablemente. Para asegurarte de que tanto tú como tu bebé reciban los nutrientes necesarios, considera incorporar Olibela multivitaminas en tu rutina diaria. Exploraremos juntas los beneficios de las multivitaminas para las mamás durante la lactancia materna y cómo pueden contribuir a tu bienestar y al de tu bebé.


    Beneficio #1: Complementan la Dieta de la Mamá

    Durante la lactancia, es esencial que la mamá obtenga suficientes nutrientes para mantener su salud y producir leche de calidad. Sin embargo, a veces puede ser desafiante obtener todos estos nutrientes solamente a través de la dieta. Las multivitaminas Olibela actúan como un seguro nutricional, llenando los posibles vacíos en tu ingesta diaria de nutrientes. Aportan una amplia gama de vitaminas y minerales esenciales, como la vitamina B6, vitamina D, el calcio, el ácido fólico y muchas más, que son fundamentales tanto para tu salud como para la de tu bebé.


    Beneficio #2: Mantienen la Energía y la Vitalidad

    La maternidad es agotadora, y la lactancia materna puede ser aún más demandante. El proceso de producción de leche puede requerir un gran esfuerzo físico y energético. Las multivitaminas proporcionan un impulso adicional de energía y vitalidad, ayudándote a sobrellevar las noches sin dormir y las demandas físicas que conlleva cuidar a un recién nacido. Esto te permitirá disfrutar más plenamente de esta etapa tan especial de tu vida.


    Beneficio #3: Mejoran la Calidad de la Leche Materna

    La calidad de la leche materna es esencial para el crecimiento y desarrollo óptimos de tu bebé. Al tomar multivitaminas Olibela, puedes mejorar la calidad de tu leche al proporcionar a tu cuerpo los nutrientes necesarios para producir leche rica en vitaminas y minerales. Esto es especialmente importante para bebés prematuros o aquellos que tienen necesidades nutricionales especiales. Una madre bien nutrida puede ofrecer a su bebé una leche más completa y beneficiosa.


    Beneficio #4: Fortalecen el Sistema Inmunológico

    Durante la lactancia, es importante mantener un sistema inmunológico fuerte para proteger tanto a la mamá como al bebé de enfermedades. Las multivitaminas contienen antioxidantes y nutrientes que refuerzan el sistema inmunológico, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades y reducir la gravedad de las infecciones. Esto es especialmente útil en los primeros meses de vida de tu bebé, cuando su sistema inmunológico aún está desarrollándose.


    Beneficio #5: Previene Deficiencias Nutricionales

    Las deficiencias nutricionales pueden ser perjudiciales tanto para la mamá como para el bebé. Durante la lactancia, el cuerpo de la madre puede agotarse de ciertos nutrientes esenciales. Las multivitaminas son una forma eficaz de prevenir estas deficiencias y asegurarse de que tanto la madre como el bebé reciba todos los nutrientes que necesitan para crecer y desarrollarse de manera saludable.


    Beneficio #6: Facilitan la Recuperación Postparto

    El parto y el proceso de lactancia pueden dejar a la madre agotada física y emocionalmente. Las multivitaminas pueden contribuir a acelerar la recuperación postparto al proporcionar los nutrientes necesarios para reparar el cuerpo y mantener una buena salud en general. Esto te ayudará a sentirte mejor y a estar en plena forma para cuidar de tu bebé.



    Beneficio #7: Fomentan el Bienestar Mental

    La lactancia y la maternidad pueden ser abrumadoras, y es común que las madres experimenten cambios en su estado de ánimo y niveles de estrés. Las multivitaminas también pueden influir positivamente en tu bienestar mental. Al garantizar que tu cuerpo tenga suficientes nutrientes esenciales, estas vitaminas pueden ayudar a equilibrar tus hormonas y neurotransmisores, lo que puede mejorar tu estado de ánimo y reducir la ansiedad.


    Beneficio #8: Apoyan el Crecimiento y Desarrollo del Bebé

    Finalmente, es importante recordar que los beneficios de las multivitaminas durante la lactancia también repercuten directamente en tu bebé. Los nutrientes que obtienes de las multivitaminas se transfieren a través de la leche materna y son fundamentales para el crecimiento y desarrollo adecuados de tu pequeño. Al proporcionar a tu bebé una base sólida de nutrientes, puedes ayudar a establecer las bases para una vida saludable.


    En conclusión, la lactancia materna es una experiencia única y valiosa, y cuidar de ti misma es esencial para cuidar de tu bebé. Las multivitaminas Olibela para la mujer pueden ser una herramienta invaluable para garantizar que ambos estén recibiendo los nutrientes necesarios para prosperar. No dudes en hablar con tu profesional de la salud antes de comenzar cualquier suplemento, y si se recomienda, elige una multivitamina de calidad diseñada específicamente para las mamás lactantes. Tu bienestar y el de tu bebé son lo más importante, y las multivitaminas pueden ser un apoyo invaluable en este emocionante viaje de la maternidad.


    ¡Disfruta cada momento con tu pequeño y cuídate bien!


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    La lactancia materna es una de las formas más saludables y naturales de alimentar a un bebé, ya que proporciona todos los nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo. A medida que el niño crece, los beneficios de la lactancia materna continúan siendo significativos, incluso después de cumplir dos años. A continuación, te presento algunos de los beneficios y desafíos de la lactancia materna a partir de los dos años del niño.


    Beneficios  de la lactancia materna a partir de los 2 años del niño


    Nutrición completa: La leche materna sigue siendo una fuente completa de nutrientes para el niño, incluyendo proteínas, grasas y carbohidratos. Además, la leche materna es fácilmente digerible y se adapta a las necesidades nutricionales del niño a medida que crece.


    Refuerzo inmunológico: La leche materna contiene anticuerpos y otros componentes que fortalecen el sistema inmunológico del niño, lo que reduce el riesgo de enfermedades e infecciones. Esto es especialmente importante a medida que el niño comienza a explorar el mundo y entra en contacto con más gérmenes y bacterias.

    Beneficios emocionales: La lactancia materna no sólo proporciona nutrición, sino que también es una forma de conexión emocional entre madre e hijo. A medida que el niño crece, la lactancia puede seguir siendo una fuente de consuelo y seguridad, especialmente en momentos de estrés o incertidumbre.

    Reducción del riesgo de enfermedades crónicas: Los estudios han demostrado que la lactancia materna prolongada puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas en la edad adulta.

    Ahorro económico: La lactancia materna es una forma económica de alimentar al niño, ya que no requiere la compra de fórmula o biberones. Además, también ayuda a reducir los costos médicos a largo plazo al reducir el riesgo de enfermedades crónicas.


    Sin embargo, también puede presentar desventajas o desafíos particulares cuando se practica la lactancia prolongada a partir de los dos años del niño. A continuación, exploremos algunas de esas desventajas o desafíos.



    Desventajas o desafíos de la lactancia materna 

    a partir de los 2 años del niño


    Posible incomodidad: A medida que el niño crece, la lactancia materna puede volverse incómoda o incluso dolorosa para la madre por sus dientes.


    Dificultad para establecer límites: A medida que el niño crece, puede ser difícil establecer límites para la lactancia materna, lo que puede causar incomodidad o frustración para la madre.


    Impacto en la vida social de la madre: La lactancia materna prolongada puede limitar la capacidad de la madre para participar en actividades sociales o profesionales.


    Opiniones sociales negativas: La lactancia materna prolongada puede ser vista de manera negativa por algunos miembros de la sociedad, lo que puede generar críticas o discriminación para la madre. 


    Presión para destetar: La presión social o de la familia para destetar al niño puede causar estrés o conflicto emocional para la madre y el niño.


    Apoyo limitado: Puede ser difícil encontrar apoyo o asesoramiento de expertos en lactancia materna para la lactancia materna prolongada.


    En resumen, la lactancia materna a partir de los dos años del niño sigue siendo una forma valiosa de proporcionar nutrición, refuerzo inmunológico, conexión emocional y beneficios a largo plazo para la salud. Si estás considerando continuar la lactancia materna más allá de los dos años, habla con tu médico o un especialista en lactancia para obtener más información sobre cómo hacerlo de manera segura y efectiva. Cada madre debería tomar una decisión informada sobre la lactancia materna prolongada, teniendo en cuenta su propia comodidad y necesidades del niño.


    Nechi Bruno

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    Una de las etapas del desarrollo de los niños que los padres suelen esperar con ansiedad es el momento de quitarle el pañal.

    Después de haber cambiado cerca de dos mil pañales al año (calcula unos 6 al día), seguramente estás deseando que tu pequeño empiece a ir al baño solito. Pero pocos padres están preparados para el tiempo que toma en realidad ese proceso.

    Algunos niños aprenden en pocos días, pero muchos otros tardan varios meses. En general, cuanto más pequeño es el niño al empezar el entrenamiento, más tardará en aprender.

    Será más fácil enseñarle a tu hijo con éxito si conoces los pasos básicos del entrenamiento y logras transmitirlos con claridad a tu niño.

    1. Identifica las señales de que tu niño está listo

    Alrededor del año de edad, un niño comienza a identificar que lo que siente son ganas de hacer pipí o popó.

    Algunos niños están listos para empezar el proceso de retirada del pañal a los 18 meses de edad, pero hay otros que no demuestran el más mínimo interés hasta que tienen 3 años o más.

    En Estados Unidos, la mayoría de los padres empiezan a entrenar a sus hijos cuando tienen alrededor de 2 años y medio, pero en muchos países latinos se solía empezar más temprano, sobre todo en generaciones anteriores, cuando los pañales se tenían que lavar a mano (¡y hasta hervir!) en casa.

    O sea que no te sorprendas si tu madre o tu suegra insisten en decirte que les quitaron los pañales a sus hijos antes de que cumplieran un año. Es posible que lo hayan hecho, pero quizás dedicaban una buena parte de su tiempo a limpiar "accidentes".

    Lo importante es observar si tu hijo empieza a mostrar ciertas señales de que ya está listo para aprender a ir al baño solito.

    Algunas preguntas que puedes hacerte para ver si está listo son:

    • ¿Obedece instrucciones sencillas?
    • ¿Camina y se sienta solo?
    • ¿Trata de imitar a los adultos o hermanitos cuando van al baño?
    • ¿Puede subirse y bajarse la ropa interior?

    Trata de no meter presión al tema, ni apresurarlo cuando aún no está listo, será contraproducente y frustrante para ti y para él.


    Recuerda también que cada niño es diferente y tiene sus propios tiempos, aunque los hijos que vienen después suelen aprender con mayor rapidez que los primogénitos, y los varoncitos suelen tardar más que las niñas.

    Piensa también en otros factores aparte del nivel de desarrollo y preparación de tu hijo. Si en este momento tu pequeño está pasando por un gran cambio en su vida, como ir a una nueva escuela o guardería, o la llegada de un hermanito, es muy probable que el proceso de retirada del pañal se vuelva más difícil, y lo ideal sería postergarlo hasta que la situación se estabilice.

    Tampoco tiene sentido empezar a enseñar a tu niño en un momento en que tú o quién lo cuida no puede dedicarle el tiempo, la paciencia y el buen humor necesarios. Si hay un nuevo hermanito en casa, o sufres náuseas debido a un nuevo embarazo, este seguramente no es el momento de quitarle el pañal a tu hijo.

    Quitar el pañal requiere meses de entrenamiento y práctica diarios. Lo mejor es esperar un par de semanas, o meses, hasta que las cosas estén más tranquilas.

    Si la presión para enseñarle a ir al baño viene de parte de tu mamá u otro familiar con buenas intenciones, explícales con delicadeza los motivos por los que piensas que ni tú ni tu niño están listos aún, y diles que prefieres esperar para poder hacerlo con tranquilidad.

    Igualmente, si estás fuera de tu entorno habitual, de vacaciones o pasando una temporada en casa de un familiar, lo mejor es esperar. Los inevitables accidentes pueden causar tensiones en casa ajena y tu hijo se sentirá menos cómodo que en su propio hogar.


    2. Compra el equipo necesario

    Invierte en un buen orinal (bacinica) o en un asiento especial que se acopla al inodoro de tu baño. Esto le quita los nervios al niño de enfrentarse con el baño grande, ya que a algunos niños les da miedo caerse dentro o les asusta el ruido al tirar de la cadena.

    Investiga cuál es el mejor orinal para ustedes y pídele a tu pequeño que te acompañe a comprarlo. Cuando lo lleves a casa, escribe en él su nombre y permítele que lo decore con pegatinas o que juegue con él.

    Si tienes un varón, busca un orinal sin el asiento que se sube y baja, o que traiga uno que se pueda quitar.

    Aunque ese tipo de asiento ayuda a evitar que al varoncito se le escape algún chorrito fuera del orinal, tienen el inconveniente de que los niños a menudo se golpean o arañan el pene al sentarse y levantarse, lo cual puede quitarles las ganas de usar el orinal.

    Si compras un asiento adaptador para el inodoro, revisa que sea cómodo y seguro, y compra también un banquito para que tu niño pueda apoyar los pies y subir y bajar del inodoro con facilidad. También le ayudará a tener firmeza y estabilidad, y a pujar al evacuar.

    3. Crea una rutina para tu niño

    Para empezar, haz que tu niño se siente completamente vestido en su orinal una vez al día, después de desayunar, antes de bañarse o cuando normalmente suele hacer popó o pipí. Así se irá acostumbrando al orinal y empezará a aceptarlo como parte de su rutina diaria.

    Pon el orinal en un lugar accesible y conveniente (puedes llevarlo al jardín o al cuarto donde suele jugar el niño). Si no se quiere sentar, no te preocupes. No debes forzarlo, ni obligarlo a permanecer sentado.

    Y, sobre todo, no insistas demasiado si lo notas aprensivo. Si esto ocurre, lo mejor es guardar su orinal o por lo menos dejarlo a un lado por algunas semanas o un mes, y luego volver a intentarlo.

    4. Dile adiós al pañal

    Una vez que tu niño ya esté plenamente acostumbrado a sentarse vestido en su orinal, el siguiente paso es lograr que lo haga sin el pañal.

    Esta es la etapa en que empezarás a explicarle que así lo hacen mami y papi (y los hermanitos que tenga) todos los días. O sea, explícale que cuando ya eres mayor te quitas la ropa antes de hacer pipí o popó.

    Si el niño hace algo en el orinal, muy bien, pero no se lo exijas ni insistas demasiado. Recuerda que es importante esperar a que tu niño muestre señales de que está interesado en ir al baño solito.

    5. Muéstrale cómo se hace

    Los niños aprenden imitando a los adultos, por lo tanto la manera más natural de que aprendan a usar el inodoro es viéndote hacerlo.

    Si tienes un varoncito, es más fácil que empiece a hacer pipí sentadito, y que más adelante papá o un hermano mayor le enseñe a hacer pipí de pie. Seguro que no tardará nada en imitarlo.

    Cuando le estés mostrando a tu niño o niña cómo se usa el inodoro, es bueno que le vayas explicando lo que estás haciendo, le enseñes lo que has "producido", y le muestres que al final te limpias, te vistes, tiras de la cadena y te lavas las manos.

    Aunque tendrás que ayudarlo a bajarse, subirse la ropa y limpiarse por algún tiempo, verte haciéndolo lo ayudará a entender el proceso.

    Si tienes una niña, asegúrate de que se limpie de adelante hacia atrás, especialmente después de hacer popó, para reducir el riesgo de infecciones urinarias.

    Si hay un hermanito o hermanita mayor que ya sabe usar el baño, él o ella también le pueden hacer una demostración al pequeño. Los niños ponen mucha atención cuando los "maestros" tienen casi la misma edad que ellos.

    6. Explícale el proceso

    Enséñale a tu hijo la conexión entre el popó y el inodoro. La próxima vez que ensucie el pañal, llévalo a su orinal, siéntalo y luego vacía el pañal en su orinal por debajo de él. Esto le ayudará a asociar el acto de sentarse en el orinal y hacer popó.

    Vacía el contenido de su orinal en el inodoro y permítele que tire de la cadena si quiere (pero no insistas si notas que le da miedo), para que vea adónde va su caquita. Enséñale a vestirse y lavarse las manos al final.

    Mira qué hacer cuándo los niños no quieren lavarse las manos.

    También puedes comprar o pedir prestado en la biblioteca algún libro o video sobre ir al baño, que le ayude a entender y asimilar todo el proceso. Déjalo en el baño para que pueda verlo cuando se siente en el orinal.

    7. Motívalo a ser independiente

    Motiva a tu niño a usar su orinal siempre que tenga ganas de hacerlo. Si necesita ayuda para subir y bajar sus pantalones o ropa interior, asegúrate que sepa que te lo puede pedir a ti, y que tú lo llevarás al baño cuando quiera.

    Si puedes, permítele que de vez en cuando circule por la casa sin pañales y mantén su orinal a la mano. Cuanto más tiempo lo dejes sin pañal, más rápido aprenderá, aunque tú tendrás que estar dispuesta a limpiar algunos charquitos.

    Dile que puede usar su orinal cuando quiera, y de vez en cuando recuérdale que está ahí para cuando lo necesite.

    A veces los niños no permanecen sentados el tiempo suficiente para lograr relajarse y hacer del baño.

    Calmadamente, procura motivarlo a que se quede sentado por al menos un minuto. Te será más fácil lograrlo si le haces compañía, hablándole o leyéndole un libro.

    Elogia a tu niño cada vez que use correctamente el orinal. Así empezará a darse cuenta de que es un logro. Pero a la vez que es importante halagarlo, procura no exagerar, y evita transformar cada ida al baño en un gran acontecimiento, de lo contrario tu niño empezará a ponerse nervioso o avergonzarse ante tanta atención.

    8. Compra ropa interior de entrenamiento

    Puede que te sirva de ayuda la ropa interior infantil con una protección extra absorbente, o pañales desechables que se suben y bajan como la ropa interior, ya que permiten que tu hijo se los quite y se los ponga él solito.

    Aunque los calzoncitos entrenadores de tela son menos convenientes que los desechables, a algunos padres les gustan porque el niño puede sentir de veras cuando hace pipí o popó. Sea cual sea la opción que elijas, introdúcela gradualmente, unas horas cada día, y sigue poniéndole pañales normales por las noches.

    Cuando tu hijo empiece a usar el orinal de forma consistente, puedes pasar a la ropa interior normal. A algunos niños les motiva mucho usar calzones con sus personajes favoritos.


    9. Acepta sus “accidentes” con buen humor

    No hay niño que domine completamente el arte de ir al baño solito sin antes tener una serie de pequeños "accidentes". Cuando esto ocurra, no debes enojarte con tu niño ni castigarlo; recuerda que hasta hace muy poquito tiempo tu hijo aún no había desarrollado completamente sus músculos, y por lo tanto no tenía el control necesario para lograr contener la orina o las deposiciones.

    Reduce las probabilidades de accidentes vistiendo a tu hijo con ropa que es fácil y rápida de quitar. Cuando pasen los accidentes, se positiva y amorosa, y limpia sin regañarlo mientras le recuerdas que hay que usar el bañito.

    10. Comienza el entrenamiento nocturno

    Aunque tu hijo se mantenga limpio y seco durante todo el día, puede que pasen varios meses, o incluso años, hasta que logre controlar sus necesidades durante la noche, o sea que aún no te deshagas de sus pañales.

    A esta edad, su organismo no ha madurado lo suficiente para lograr despertarlo siempre que necesite hacer pipí. De hecho, es completamente normal que un niño moje la cama ocasionalmente incluso en los primeros años escolares.

    Para ayudarle a mantenerse sequito, no le permitas beber demasiado líquido antes de acostarse y recuérdale que si se despierta en el medio de la noche, te puede llamar para que le ayudes a ir al baño. Otra cosa que puedes hacer es colocar su orinal al lado de la cama por si quiere usarlo.

    Cuando empieces con el entrenamiento nocturno, cubre el colchón con un plástico o una protección impermeable por debajo de la sábana. Acuesta a tu hijo sin pañales y asegúrate de que vaya al baño antes de irse a dormir. Cuando se despierte, acostúmbralo a hacer inmediatamente sus necesidades, antes de empezar sus actividades.

    Recuerda que muchos niños no están listos para dejar el pañal de la noche hasta que están en edad escolar. Si tu pequeño no parece aprender cómo aguantar la noche sequito, vuelve a ponerle pañales por las noches e intenta quitárselos otra vez al cabo de unos meses.

    11. Celébralo, ¡lo has conseguido!

    Cuando tu niño esté listo para aprender esta nueva habilidad, lo hará con éxito. Y si en lugar de tratar de apresurar esperas a que verdaderamente esté preparado, todo el proceso será mucho más fácil y menos latoso, tanto para ti como para tu hijito.

    Tarde o temprano, tu niño aprenderá a ir al baño como los adultos, y tú no tendrás que volver a pensar en este asunto… al menos hasta la llegada del próximo bebé.


    Karisa Ding

    Karisa Ding es redactora y editora independiente con experiencia en preconcepción, embarazo y maternidad.



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    La lactancia materna es recomendada hasta los dos años o más por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por sus múltiples beneficios para la madre y para el bebé, siendo solo leche materna los seis primeros meses o la fórmula en su defecto. Después empezamos a darle otros alimentos para que aprenda a comer, y más adelante se de el destete respetuoso cuando mamá y bebé lo decidan. Yo conozco a mamás que el destete se dio a los 3 años y medio, no sé si llegaré allí, de momento llevo poco más de dos años dando de lactar y ocho meses haciendo la lactancia en tándem, es decir, amamanto a mis dos niñas de diferentes edades.

    SOLO LECHE LOS SEIS PRIMEROS MESES 

    Es emocionante e increíble pensar que nuestro bebé puede alimentarse y crecer tan solamente alimentándose de la leche de mamá los ¡Seis primeros meses de vida! Nuestro bebé ha crecido bien en el vientre de mamá y ahora que nació, no necesita otro alimento que leche. En la leche materna contiene todo lo que necesita: agua, nutrientes, vitaminas, minerales... es lo mejor que le podemos dar a nuestro bebé a corto y largo plazo.

    ¨!Estoy manteniendo a un bebé vivo! Eso es una gran responsabilidad¨.... me dijo una mamá primeriza que no había podido regresar al trabajo después de la llegada de su bebé y que había perdido a un bebé prematuro antes. Realmente sí lo es, responsabilidad y además un privilegio ver como crece y se desarrolla físicamente y va aprendiendo muchas cositas nuevas en esa primera fase de la lactancia que  son los primeros seis meses de vida.

    EMPIEZA LA ALIMENTACIÓN COMPLEMENTARIA (AC)

    Es emocionante ver las señales de que ya están listos para comer. Algunas de esas ¨señales¨ son: se sienta solo, muestra interés por los alimentos y a lo que llevas a la boca... Algunos médicos dicen que se puede empezar antes, pero introducir demasiado pronto los alimentos está relacionado con ciertas alergias en el futuro de tu bebé, así que no hay prisa, tendrá toda la vida para comer. 

    Se le da primero el pecho y luego lo sienta a comer, lo mejor es que comparta la mesa en las comidas con la familia. 

    Se puede introducir la AC en ¨finger foods¨ BLW ¨Baby-led Weaning¨ o en papillas. 

    Papillas: 

    Si le das solo papillas a tu bebé, comería entre 1 y 3 cucharadas, y normalmente después del año el bebé tendrá que aprender a comer y el proceso se hace más difícil. No aprendió a masticar o la porción que puede morder... 

    Baby-led Weaning (BLW):

    Con el método Baby-led Weaning el bebé aprende la textura de los alimentos, sabores, olores, trabaja la coordinación ojo-mano, sus habilidades motoras... Además, puede compartir la mesa con nosotros ya que mamá tiene las manos libres para comer también a las vez. Los beneficios son muchos, totalmente se lo recomiendo. 

    Ahora, el corte de los alimentos es importante. El bebé no logra hacer la pinza con dos dedos hasta los ocho o nueve meses y lo va agarrar con el puño cerrado, así que en realidad va a comer los que queda afuera por eso cortar los alimentos en forma de dedos es muy importante. Puedes cocinar un poco, pero no demasiado los alimentos duros, así no le hacen daño a las encías del bebé.

    Recuerda que aquí lo importante es lo que el bebé aprende y no la cantidad que come. Además recuerda, le damos pecho primero para que no coma con ansias. Personalmente, he utilizado los dos métodos porque para mí se complementan. Cuando le doy en cuchara los alimentos uso dos cucharas, una para mi bebé y que se sienta partícipe de la comida también.

    DESPUÉS DEL AÑO 

    Muchas personas piensan y dicen que la leche materna es agua después del año y que no le alimenta al bebé. Sin embargo no es cierto. La leche de mamá sigue aportando muchas vitaminas y nutrientes. 

    Ahora que el bebé ya aprendió a comer le damos 5 comidas al día. Por ejemplo: desayuno, merienda a media mañana, comida, merienda a media tarde y su cena. Ahora invertimos el orden: primero comida y luego pecho.

    Seguirá tomando su leche posiblemente al despertarse, quizás entre comidas, para las siestas y para dormir... Si no toman toda la leche que necesitan en el día se despiertan más por las noches. 

    Disfruta viendo a tu bebé comer, como saborea los alimentos y elige entre las opciones que le das. 

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    Nuestro bebé lleva un ritmo, lo vamos conociendo, ya tiene quizás unos horarios que sabemos querrá comer, dormir... y de pronto todo cambia: llora, se estira, suelta y agarra el pecho. Parece que nos rechaza. Lo que está pasando en una crisis o brote de crecimiento y conocerlas nos ayuda a estar más consciente de ello y a entender mejor al bebé y así no tirar la toalla con la lactancia materna.

    La producción de leche materna se regula mediante la demanda del bebé, a más demanda más producción. Sin embargo, hay veces que los bebés no parecen estar satisfechos o incluso parecen estar incómodos mamando y corremos el riesgo de empezar a suplementar con leche artificial.  Personalmente me ayudó mucho tener mi propio banco de leche para echarle mano en ocasiones que estaba en juego mi salud mental, te recomiendo leer 10 pasos para crear tu banco de leche.

    La mayoría de los bebés experimentan esas crisis o brotes de crecimiento, y las podemos predecir, siendo la primera a los 17-20 días de nacido, a las 6-7 semanas de nacido, a los 3 meses, la falsa crisis de lactancia de los 4 meses y ocho meses, al año y a los 2 años. 

    A los 17-20 días de vida

    Los bebés suelen ser bastante regulares los primeros días de vida, suelen comer y dormir en ciclos bastante regulares y previsibles. Llegada la tercera semana de vida los bebés experimentan la primera crisis de demanda y su comportamiento se modifica:

    • Quieren mamar de manera continua, lo que puede traducirse en no soltar el pecho o comer cada 30 minutos.
    • Llorar desesperados si no tiene el pecho en la boca.
    • Regurgitan leche en cantidades considerables pero quieren seguir mamando.

    ¿Qué pasa?

    El bebé necesita aumentar la producción de leche de su madre, la única manera de conseguirlo es mamar sin tregua durante dos o tres de días, consiguiendo así una producción de leche óptima, una vez logrado el objetivo, el niño volverá a hacer tomas más espaciadas y la lactancia retomará su curso más tranquilo de demanda.

    Si el niño ha recuperado el peso del nacimiento (en circunstancias normales, lo recuperan antes de cumplir los 15 días de vida), las deposiciones indican que el bebé está comiendo de manera óptima, la madre puede estar tranquila. Van a ser unos días muy intensos en los que va a necesitar ayuda de su pareja y familiares.

    A las 6-7 semanas de vida

    Hacia el mes y medio de vida, los bebés y sus madres viven la segunda gran crisis de lactancia. De nuevo, el niño necesita más volumen de leche y sabe perfectamente cómo conseguirlo:

    • Incremento de la demanda y del número de tomas
    • Conducta alterada por parte del niño cuando está en el pecho: se pone muy nervioso, mama dando tirones, llora en el pecho, arquea la espalda (con el pezón en la boca), tensa las piernas.

    ¿Qué pasa?

    Al parecer, en este momento también se produce un cambio en la composición de la leche, cuyo sabor varía significativamente y de forma transitoria. La leche tiene un sabor más salado, y a algunos niños no les gusta el cambio. Al igual que en la crisis de los 17 días, una vez normalizada la situación, (lo que puede producirse al cabo de aproximadamente una semana), los niños recuperan el patrón de lactancia anterior a la crisis.

    A los 3 meses

    La llamada “crisis de los 3 meses” es quizá la más “delicada” y compleja, ya que afecta a la madre y al bebé y la situación tarda un mes, aproximadamente, en normalizarse:

    • El bebé ya no pide pecho tan a menudo, algo que la madre puede interpretar de diversas formas: no tiene hambre, no quiere comer o la rechaza.
    • El niño que antes se mostraba encantado de pasar largo rato prendido al pecho hace ahora tomas de escasos minutos.
    • La madre nota los pechos blandos, lo que atribuye a una producción insuficiente de leche.
    • El bebé hace tomas caóticas, en las que se distrae por cualquier cosa y a menudo rompe a llorar al poco rato de haber empezado a mamar.
    • Sólo parece mamar bien y tranquilo cuando está dormido.
    • El bebé engorda menos, lo cual es perfectamente normal a medida que crecen pero puede reforzar la sensación de que pasa hambre.

    ¿Qué pasa?

    Llegados a los tres meses los bebés son expertos en el arte de la succión, y en una toma de escasos minutos pueden extraer toda la leche que necesitan. Se distraen con facilidad con todo literalmente porque hay grandes cambios en su cerebro, así su vista y oído están más refinado. 

     “Mama en 5 minutos o menos, y en ese tiempo se suelta del pecho o se distrae mil veces. Eso sí, por la noche mama de fábula y está mucho rato en cada pecho”.

    Por si fuera poco, la madre nota los pechos extremadamente blandos, tiene la sensación de que apenas produce leche y es posible que haya dejado de notar las subidas de la leche y lo que pasa es que el bebé debe esperar 2 minutos succionando para empezar a salirle leche. Otra combinación de factores que impulsa a las mujeres a dejar el pecho de forma precoz y no deseada.

    Todos los factores que intervienen en la crisis de los tres meses la hacen muy compleja, y si no se conocen los mecanismos por los que se produce ,el resultado es un abandono precoz de la lactancia con la sensación equivocada de falta de leche o de rechazo por parte del bebé.

    Falsas crisis: 4 meses y 8 meses

    Cuando el bebé se muestra más demandante o se despierta más por las noches la lactancia suele ser declarada culpable. Y esto es justo lo que sucede a los 4 y a los 8 meses:

    • 4 meses: Los bebés empiezan a despertar más por la noche, si dormían varias horas de noche seguidas aumenta la demanda de pecho y piden cada dos horas de noche.
    • 8 meses: Se despiertan angustiados, llorando en plena noche, reclaman el pecho y se calman rápidamente al mamar.

    ¿Qué pasa?

    Ninguna de estas dos está relacionada con la producción de leche ni con la lactancia, de hecho el pecho sirve para ayudar al bebé a superar los momentos angustiosos que experimentan.

    A los 4 meses los bebés incorporan fases de sueño que al nacer no tenían. Esto produce que aumenten sus despertares ya que se mantiene más tiempo en un estadio de sueño ligero. Este proceso se confunde con hambre y la madre tiende a pensar que el bebé demanda más pecho por esa razón.

    A los 8 meses los bebés inician la tapa llamada “angustia por separación” donde empiezan a entender que son un ser independiente de su madre, lo que les produce una desazón terrible y creen que van a “perderla” si la pierde de vista. Por las noches despiertan llorando y nervioso quieren tener el pecho en la boca todo el rato para evitar así que su madre desaparezca.

    Ambas situaciones requieren tiempo y maduración por parte del bebé, dejar la lactancia o iniciar la suplementación con leche artificial no resuelve el problema.

    Al año de vida

    Llegar al año de lactancia es todo un éxito y en muchas ocasiones no suele ser nada fácil, ya que las madres se suelen ver sometidas a una presión constante por parte de la sociedad y en ocasiones por los sanitarios; que consideran que el bebé ya es demasiado mayor para seguir mamando y opinan que la lactancia interfiere en su relación con la comida y sugieren de manera errónea que si se les deja de dar el pecho van a comer más, pero no es así. Al llegar al llegar al año y de manera habitual:

    • Los bebés dejan de mostrar interés por los alimentos o comen pequeñas cantidades de ciertos alimentos.
    • Aumentan la demanda del pecho.

    ¿Qué pasa?

    A partir del año de vida los bebés reducen su velocidad de crecimiento lo que se traduce en un descenso de la ingesta de alimentos, aunque no por eso reducen la demanda de pecho o dejan de mamar.

    Eliminar la lactancia para intentar que coman más solamente causa que el niño reciba menos alimento, puesto que a pesar de lo que se cree la leche materna sigue siendo nutritiva y adecuada para los niños a partir del año.

    Cuando la velocidad de crecimiento se incrementa de nuevo, aproximadamente sobre los 15-18 meses, los bebés empiezan a comer con mayor interés adaptándose instintivamente sus necesidades.

    A los dos años de vida

    Las recomendaciones gubernamentales relacionadas con la protección y la promoción de la lactancia materna animan a todas las madres a mantener la lactancia junto con alimentos un mínimo de dos años.

    Cada vez más madres llegan a esta etapa de lactancia y sorprendentemente a los dos años espera la última gran crisis de lactancia:

    • Los niños demandan el pecho de manera continua, con unos requerimientos e intensidad similar a las de un recién nacido.
    • Demandan el pecho de manera nerviosa y a veces inquisitiva.
    • Si la madre les niega el pecho o intenta aplazar la toma el bebé no se lo toma nada bien.

    ¿Qué pasa?

    Se considera que a los dos años los bebés experimentan una etapa de desarrollo similar a las de un adolescente, una etapa centrada en el no y la auto afirmación.

    Son capaces de hacer muchas cosas por sí mismos y se desenvuelven con soltura ante las situaciones diarias, pero a la vez esta independencia les causa muchas inseguridades y la mejor manera de saber que todo va bien es mamar, es pedir el pecho a cada momento.

    Suele durar unos meses, hasta que el bebé adquiere más seguridad en sí mismo, entonces la demanda se normaliza y reduce.

    Consejos para superar las crisis

    • Jamás, bajo ningún concepto, hay que forzar a un niño a mamar ni insistir demasiado para que tome el pecho, puesto que el resultado puede ser justamente el contrario y provocar un rechazo real donde hasta entonces no existía más que una crisis pasajera.
    • Cuando un niño está en plena crisis, puede resultar muy útil darle el pecho en penumbra y en silencio, puesto que cuantos menos estímulos externos haya, más tranquila será la toma.
    • No esperar a que el niño llore para ponérselo el pecho, pues es posible que para entonces su ansiedad se traduzca en desesperación.
    • Paciencia, mucha paciencia. Tal como ha llegado, la crisis se irá.
    Fuente: Alba lactancia.

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    Esposa y madre de dos hermosas niñas: Anabella de 2 años y Olivia Mikaela de 6 meses. " Me encanta poder ayudar a las personas y en este momento de mi vida, la maternidad, la lactancia y la crianza de los hijos son mis grandes áreas de interés.

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