¡Socorro! Crisis de crecimiento

febrero 17, 2021

 

Nuestro bebé lleva un ritmo, lo vamos conociendo, ya tiene quizás unos horarios que sabemos querrá comer, dormir... y de pronto todo cambia: llora, se estira, suelta y agarra el pecho. Parece que nos rechaza. Lo que está pasando en una crisis o brote de crecimiento y conocerlas nos ayuda a estar más consciente de ello y a entender mejor al bebé y así no tirar la toalla con la lactancia materna.

La producción de leche materna se regula mediante la demanda del bebé, a más demanda más producción. Sin embargo, hay veces que los bebés no parecen estar satisfechos o incluso parecen estar incómodos mamando y corremos el riesgo de empezar a suplementar con leche artificial.  Personalmente me ayudó mucho tener mi propio banco de leche para echarle mano en ocasiones que estaba en juego mi salud mental, te recomiendo leer 10 pasos para crear tu banco de leche.

La mayoría de los bebés experimentan esas crisis o brotes de crecimiento, y las podemos predecir, siendo la primera a los 17-20 días de nacido, a las 6-7 semanas de nacido, a los 3 meses, la falsa crisis de lactancia de los 4 meses y ocho meses, al año y a los 2 años. 

A los 17-20 días de vida

Los bebés suelen ser bastante regulares los primeros días de vida, suelen comer y dormir en ciclos bastante regulares y previsibles. Llegada la tercera semana de vida los bebés experimentan la primera crisis de demanda y su comportamiento se modifica:

  • Quieren mamar de manera continua, lo que puede traducirse en no soltar el pecho o comer cada 30 minutos.
  • Llorar desesperados si no tiene el pecho en la boca.
  • Regurgitan leche en cantidades considerables pero quieren seguir mamando.

¿Qué pasa?

El bebé necesita aumentar la producción de leche de su madre, la única manera de conseguirlo es mamar sin tregua durante dos o tres de días, consiguiendo así una producción de leche óptima, una vez logrado el objetivo, el niño volverá a hacer tomas más espaciadas y la lactancia retomará su curso más tranquilo de demanda.

Si el niño ha recuperado el peso del nacimiento (en circunstancias normales, lo recuperan antes de cumplir los 15 días de vida), las deposiciones indican que el bebé está comiendo de manera óptima, la madre puede estar tranquila. Van a ser unos días muy intensos en los que va a necesitar ayuda de su pareja y familiares.

A las 6-7 semanas de vida

Hacia el mes y medio de vida, los bebés y sus madres viven la segunda gran crisis de lactancia. De nuevo, el niño necesita más volumen de leche y sabe perfectamente cómo conseguirlo:

  • Incremento de la demanda y del número de tomas
  • Conducta alterada por parte del niño cuando está en el pecho: se pone muy nervioso, mama dando tirones, llora en el pecho, arquea la espalda (con el pezón en la boca), tensa las piernas.

¿Qué pasa?

Al parecer, en este momento también se produce un cambio en la composición de la leche, cuyo sabor varía significativamente y de forma transitoria. La leche tiene un sabor más salado, y a algunos niños no les gusta el cambio. Al igual que en la crisis de los 17 días, una vez normalizada la situación, (lo que puede producirse al cabo de aproximadamente una semana), los niños recuperan el patrón de lactancia anterior a la crisis.

A los 3 meses

La llamada “crisis de los 3 meses” es quizá la más “delicada” y compleja, ya que afecta a la madre y al bebé y la situación tarda un mes, aproximadamente, en normalizarse:

  • El bebé ya no pide pecho tan a menudo, algo que la madre puede interpretar de diversas formas: no tiene hambre, no quiere comer o la rechaza.
  • El niño que antes se mostraba encantado de pasar largo rato prendido al pecho hace ahora tomas de escasos minutos.
  • La madre nota los pechos blandos, lo que atribuye a una producción insuficiente de leche.
  • El bebé hace tomas caóticas, en las que se distrae por cualquier cosa y a menudo rompe a llorar al poco rato de haber empezado a mamar.
  • Sólo parece mamar bien y tranquilo cuando está dormido.
  • El bebé engorda menos, lo cual es perfectamente normal a medida que crecen pero puede reforzar la sensación de que pasa hambre.

¿Qué pasa?

Llegados a los tres meses los bebés son expertos en el arte de la succión, y en una toma de escasos minutos pueden extraer toda la leche que necesitan. Se distraen con facilidad con todo literalmente porque hay grandes cambios en su cerebro, así su vista y oído están más refinado. 

 “Mama en 5 minutos o menos, y en ese tiempo se suelta del pecho o se distrae mil veces. Eso sí, por la noche mama de fábula y está mucho rato en cada pecho”.

Por si fuera poco, la madre nota los pechos extremadamente blandos, tiene la sensación de que apenas produce leche y es posible que haya dejado de notar las subidas de la leche y lo que pasa es que el bebé debe esperar 2 minutos succionando para empezar a salirle leche. Otra combinación de factores que impulsa a las mujeres a dejar el pecho de forma precoz y no deseada.

Todos los factores que intervienen en la crisis de los tres meses la hacen muy compleja, y si no se conocen los mecanismos por los que se produce ,el resultado es un abandono precoz de la lactancia con la sensación equivocada de falta de leche o de rechazo por parte del bebé.

Falsas crisis: 4 meses y 8 meses

Cuando el bebé se muestra más demandante o se despierta más por las noches la lactancia suele ser declarada culpable. Y esto es justo lo que sucede a los 4 y a los 8 meses:

  • 4 meses: Los bebés empiezan a despertar más por la noche, si dormían varias horas de noche seguidas aumenta la demanda de pecho y piden cada dos horas de noche.
  • 8 meses: Se despiertan angustiados, llorando en plena noche, reclaman el pecho y se calman rápidamente al mamar.

¿Qué pasa?

Ninguna de estas dos está relacionada con la producción de leche ni con la lactancia, de hecho el pecho sirve para ayudar al bebé a superar los momentos angustiosos que experimentan.

A los 4 meses los bebés incorporan fases de sueño que al nacer no tenían. Esto produce que aumenten sus despertares ya que se mantiene más tiempo en un estadio de sueño ligero. Este proceso se confunde con hambre y la madre tiende a pensar que el bebé demanda más pecho por esa razón.

A los 8 meses los bebés inician la tapa llamada “angustia por separación” donde empiezan a entender que son un ser independiente de su madre, lo que les produce una desazón terrible y creen que van a “perderla” si la pierde de vista. Por las noches despiertan llorando y nervioso quieren tener el pecho en la boca todo el rato para evitar así que su madre desaparezca.

Ambas situaciones requieren tiempo y maduración por parte del bebé, dejar la lactancia o iniciar la suplementación con leche artificial no resuelve el problema.

Al año de vida

Llegar al año de lactancia es todo un éxito y en muchas ocasiones no suele ser nada fácil, ya que las madres se suelen ver sometidas a una presión constante por parte de la sociedad y en ocasiones por los sanitarios; que consideran que el bebé ya es demasiado mayor para seguir mamando y opinan que la lactancia interfiere en su relación con la comida y sugieren de manera errónea que si se les deja de dar el pecho van a comer más, pero no es así. Al llegar al llegar al año y de manera habitual:

  • Los bebés dejan de mostrar interés por los alimentos o comen pequeñas cantidades de ciertos alimentos.
  • Aumentan la demanda del pecho.

¿Qué pasa?

A partir del año de vida los bebés reducen su velocidad de crecimiento lo que se traduce en un descenso de la ingesta de alimentos, aunque no por eso reducen la demanda de pecho o dejan de mamar.

Eliminar la lactancia para intentar que coman más solamente causa que el niño reciba menos alimento, puesto que a pesar de lo que se cree la leche materna sigue siendo nutritiva y adecuada para los niños a partir del año.

Cuando la velocidad de crecimiento se incrementa de nuevo, aproximadamente sobre los 15-18 meses, los bebés empiezan a comer con mayor interés adaptándose instintivamente sus necesidades.

A los dos años de vida

Las recomendaciones gubernamentales relacionadas con la protección y la promoción de la lactancia materna animan a todas las madres a mantener la lactancia junto con alimentos un mínimo de dos años.

Cada vez más madres llegan a esta etapa de lactancia y sorprendentemente a los dos años espera la última gran crisis de lactancia:

  • Los niños demandan el pecho de manera continua, con unos requerimientos e intensidad similar a las de un recién nacido.
  • Demandan el pecho de manera nerviosa y a veces inquisitiva.
  • Si la madre les niega el pecho o intenta aplazar la toma el bebé no se lo toma nada bien.

¿Qué pasa?

Se considera que a los dos años los bebés experimentan una etapa de desarrollo similar a las de un adolescente, una etapa centrada en el no y la auto afirmación.

Son capaces de hacer muchas cosas por sí mismos y se desenvuelven con soltura ante las situaciones diarias, pero a la vez esta independencia les causa muchas inseguridades y la mejor manera de saber que todo va bien es mamar, es pedir el pecho a cada momento.

Suele durar unos meses, hasta que el bebé adquiere más seguridad en sí mismo, entonces la demanda se normaliza y reduce.

Consejos para superar las crisis

  • Jamás, bajo ningún concepto, hay que forzar a un niño a mamar ni insistir demasiado para que tome el pecho, puesto que el resultado puede ser justamente el contrario y provocar un rechazo real donde hasta entonces no existía más que una crisis pasajera.
  • Cuando un niño está en plena crisis, puede resultar muy útil darle el pecho en penumbra y en silencio, puesto que cuantos menos estímulos externos haya, más tranquila será la toma.
  • No esperar a que el niño llore para ponérselo el pecho, pues es posible que para entonces su ansiedad se traduzca en desesperación.
  • Paciencia, mucha paciencia. Tal como ha llegado, la crisis se irá.
Fuente: Alba lactancia.

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